Buscar este blog

jueves, 1 de diciembre de 2016

LO QUE DE VERDAD IMPORTA CUANDO VIAJAS

Uno de los principios fundamentales del budismo dice que todo momento es aquí y es ahora; ni el pasado ni el futuro deberían interferir en nuestra conexión con el mundo si conseguimos ver este momento como único.


La idea de viajar como una experiencia más que como un logro enmarcable es fascinante y nos puede llevar a descubrir cosas y personas que no esperábamos. Lo que más me gusta de viajar es experimentar cosas y, sobre todo, conocer a personas, pero nada de ello sería posible si mis preocupaciones en medio del viaje están amarradas a otros hechos menos trascendentes. Viajar es un placer que alcanza su estado máximo cuando podemos conectarnos con el entorno sin importarnos lo que pase después.


Dicho así todo esto parece muy abstracto así que vamos a poner un ejemplo que sea más fácil de entender.

Aqui una anecdota de una viajera anonima:

Hace unos meses viajé a Santorini para aprovechar un poco de sol, playa, algo de tranquilidad y conocer las famosas islas griegas de las que tanto se habla. El sitio era precioso, las casitas blancas muy fotogénicas y el clima cálido con un aire de mar era una invitación para quedarme a vivir. Pero había algo que no terminaba de cuadrar y que lo descubriría un poco más tarde. Los atardeceres en Santorini son preciosos, una postal inigualable que quieres ver. Y me habían dicho que eran mucho más bonito en Oia, en un punto muy elevado así que fui allí. Yo y otras mil personas tuvimos la misma idea, con lo cual el punto más elevado y sus alrededores era un cúmulo de gente.Pasado el impacto de ver a tantas personas me dediqué a apreciar el atardecer aunque cada vez éramos más y más así que no me pude contener y me dediqué a observarnos. Sobre el techo de una vieja construcción estábamos más de cien personas (había muchas más alrededor) con móviles, cámaras gigantes y pequeñas, trípodes de todos los tamaños, drones con cámaras, novios con fotógrafos privados, selfies y… el atardecer.

Nos observé, yo en el medio, y me di cuenta que el atardecer pasaba a un segundo plano. Lo estábamos mirando pero no era el objetivo principal de muchos de nosotros. En ese precioso instante en el que el sol caía y el aire se ponía más fresco sobre el mar parecíamos más preocupados por retratar el momento, hacer una fotografía de nuestra cara o publicar la imagen donde sea para que “todo el mundo” la vea. El futuro se había metido para hacernos tropezar en el presente. He vivido, y participado, en situaciones similares más de una vez.

Son situaciones en las que parece más importante contar lo que estamos haciendo que hacerlo de verdad. Tengo la sensación que algunas personas viajan para mostrar dónde están antes que para vivirlo y el viaje y las vivencias se convierten así en un presente sin importancia porque el objetivo es otro. Al viajar he descubierto, a golpe de realidad y equivocación, que vivir el presente en cada situación, centrándome en lo que estoy experimentando y viviendo, me hace ser consciente de ese momento, conectar con el entorno, disfrutar y preocuparme, solamente, por conectar. Lo que llegue después no importa, ya habrá tiempo para disfrutarlo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario